Se despertó temblando, helado por el sudor que le corría aún por el cuerpo, un ultimo espasmo muscular, le recuerda que solo fue un sueño, de esos que solo se sueñan pocas veces, donde la delgada pared de lo real y de lo que no es real, se funden dejando solamente un puñado de emociones encontradas.
Al darse cuenta que su respiración era agitada, se incorpora en la cama, con ese temor que queda luego de una pesadilla, en donde todo parece fantasmal y enciende la luz de su mesita de noche. Afuera solo se escucha el sonido del viento, un susurro en realidad, entre los árboles.
Al no escuchar ningún otro sonido extraño, se calma, y la sonrisa de culpabilidad se asoma tibiamente en su rostro, como avergonzado por creer que su sueño era real.
Intenta recordar lo que asustó tanto su mente, solo vislumbra un momento y al ir recordando, se le va erizando la piel, sus ojos comienzan a mirar en todas direcciones como queriendo escapar, para no ver, las imágenes que se van sucediendo una tras otra. Se tapa la cara con el cubrecama, que desparramado por el suelo, es testigo mudo de la batalla que libró con las mantas durante su sueño. Los dedos se crispan hasta volverse blancos los nudillos por la fuerza con que estos apretaban las sabanas, la mueca que iba asomándose a su cara, solamente demostraba el pavor total y absoluto que al recordar la pesadilla le producía.
En un intento inútil, cierra los ojos, ahogando un grito de terror con la almohada mojada, la humedad fría y ácida que dejó el sudor del miedo, lo reanima un momento, piensa en escapar, correr lejos, mira hacia la puerta y no duda un instante, salta en un solo moviendo, arrojando lejos, almohada, sabana y cubrecama, ni siquiera piensa en ponerse ropa, no le queda tiempo.
Así, casi desnudo, ciego de terror, puro y desolado, abre la puerta, pensando en correr hacia cualquier lado, solo, espantado. En el instante de traspasar la puerta, todo su miedo se transforma en realidad, sus obscuros sueños se habían cumplido. En la quietud de la noche, sin nubes y con una Luna llena que iluminaba todo con un brillo casi asombroso, podía ver perfectamente dos figuras, que estaban en el camino, entre su cabaña y el bosque, sin moverse, expectantes, esperando el próximo paso de ese hombre atormentado por la fantasía y la realidad.
No puede creer que sea cierto, su sueño, su locura terrenal, estaba ahí. Se siente atontado, mareado y las nauseas de terror suben por su garganta en un grito, que nunca alcanzó a salir al exterior.
La mujer y el perro negro se acercan hasta el, casi podía ver el color de sus ojos de tan cerca que estaban. Sus cabellos eran como hojas muertas en el otoño, que caen casi en cámara lenta desde la copa de los árboles con una pesadez extraña.
La mujer se acerca muy lentamente, en sus manos se leen todas las verdades del universo, todas las historias inconclusas de la tierra, y todas las esperanzas guardadas en el olvido.
En ese mismo instante, el hombre ve su propia historia de vida, todo lo que ha vivido, sufrido y soñado, el mal que ha hecho, pero lo mas terrible, es verse a el mismo, realmente como es, como si fuera un espejo de la verdad, al verse reflejado de esa manera, cae muerto de miedo, con una mueca de terror en sus labios.
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