lunes, 21 de junio de 2010
FURIA...22º CAPITULO
Salima se encontraba desmayada en el suelo con un profundo corte a lo largo de su cabeza donde la sangre brotaba y empapaba todo su brazo. Moreno intentaba defenderse de su agresor, el alfanje de su enemigo cortaba el aire alrededor de él. Continuamente intentaba parar cada estocada lanzada por el hombre, cansado y sin fuerzas para continuar la lucha cae de rodillas. La sombra del hombre cayó sobre él, la espada levantada era lo último que iba a ver en vida. Un disparo que resuena en las dunas y el ruido metálico al caer el sable sobre la arena. Selim venía en su ayuda, un grupo de veinte guerreros venía con él.
A lo lejos se podía observar el destrozo que había donde antes era una aldea tranquila. El humo de las tiendas indicaba que el fuego había consumido todo lo que quedaba. Cinco hombres se quedaron con moreno y ayudaron a trasladar a la mujer al oasis. Mientras el resto salió en persecución de la tribu enemiga que aprovechando la salida de los guerreros durante varios días, los atacaron sin importarles que sólo eran mujeres, viejos y niños.
La visión que tuvo Moreno al llegar a los restos de las tiendas fue demasiado para él, el odio y el coraje se adueñaron de él. Tomó un caballo, sus armas y partió en pos de los guerreros buscando venganza. Tal era la furia que tenía que cabalgaba cegado por el odio. El caballo por instinto corría en la misma dirección que los otros. Diez minutos después llega al lugar de la batalla. Dando un grito se abalanza en medio del grupo, con un alfanje en la mano comienza a dar tajos a diestra y siniestra. Queda bañado en sangre casi de inmediato, espalda con espalda se vieron él y Selim, entre los dos mataron a más de diez enemigos. El resto de sus compañeros daban cuenta del resto. Quince bravos buscando venganza contra más de cincuenta guerreros. Al final de la tarde sólo quedaban cinco enemigos que protegían a su jefe. Tal había sido la furia, la ira de Moreno que sólo él había matado a 15 hombres. Uno a uno fueron cayendo sus guardaespaldas, quedando el jefe desarmado y desprotegido. Selim decide perdonarle la vida para que cuente a otras tribus que ellos no permitirían que nadie tomara el oasis por la fuerza.
Moreno limpiaba la sangre seca de su cara mirando fijamente al jefe del grupo de asesinos que destruyó lo que él había comenzado a amar. Un jinete llega hasta ellos, desmonta rápidamente y corriendo hasta Selim se arrodilla ante el y con lágrimas en los ojos le comunica que el Sheik había muerto.
Un silencio denso y tajante se instaló en ellos, todas las miradas fueron hacia el único enemigo que quedaba en pie, solo, todos sus guerreros regaban su sangre en la arena. Moreno toma su alfanje, se quita el turbante y se seca el sudor mientras camina lentamente hasta el hombre que mirándolo fijo a los ojos le dice, no me mates, este no es mi destino.
De un solo golpe cercena la cabeza del jefe, cayendo de costado su cuerpo en un charco de sangre. Todos los hombres miran a Moreno que tranquilamente limpia su espada y la guarda en su funda mientras les dice, es mi destino.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.